El efecto Pigmalión en el deporte: cómo las expectativas moldean el rendimiento de los deportistas.

2/3/20253 min read

¿Alguna vez has visto cómo la confianza que depositas en un jugador transforma su rendimiento hasta alcanzar lo inesperado?

Es posible que una de las cosas más gratificantes como entrenador sea observar cómo un jugador al que has dado tu confianza, cuando nadie más lo hacía, explota y crece hasta alcanzar niveles que nadie esperaba. Si te ha pasado, ahora mismo estarás visualizando a ese jugador. Sentirás una mezcla de orgullo y satisfacción. Y, aunque te cueste reconocerlo, te estarás apropiando parcialmente de los logros y éxitos de ese jugador.

Y haces bien.

Esa transformación no es solo cuestión de talento. A menudo, es la mirada del entrenador lo que enciende el cambio. Es posible que, sin saberlo, desencadenaras el Efecto Pigmalión.

¿Qué es el efecto Pigmalión?

El efecto Pigmalión, también conocido como profecía autocumplida, es un fenómeno psicológico que describe cómo las expectativas que una persona tiene sobre otra pueden influir en el rendimiento de esta última. El término se origina en la mitología griega, donde Pigmalión, un escultor, se enamora de una estatua que él mismo había creado, y gracias a su ferviente deseo, la estatua cobra vida.

En el ámbito deportivo, este efecto sugiere que si un entrenador cree que un deportista tiene potencial para destacar, es más probable que ese deportista alcance un mejor rendimiento simplemente porque se ha depositado en él una expectativa positiva. Por el contrario, si el entrenador asume que otro jugador tiene pocas posibilidades de progresar, es probable que ese jugador termine rindiendo por debajo de sus posibilidades.

La ciencia detrás del efecto Pigmalión

Desde la psicología y la neurociencia, se ha demostrado que las expectativas influyen* en el comportamiento humano a través de diversos mecanismos. Uno de ellos es la comunicación no verbal. Los estudios de Rosenthal y Jacobson (1968), pioneros en este campo, revelaron que las expectativas de los profesores afectan el rendimiento académico de los alumnos. Estas expectativas se transmiten mediante sutiles señales como el tono de voz, la mirada o el lenguaje corporal.

En el deporte ocurre algo similar. Cuando un entrenador confía en el potencial de un deportista, suele darle más oportunidades para demostrar su valía, corregirle con más paciencia y proporcionarle instrucciones más detalladas. A nivel neurológico, estas interacciones refuerzan los circuitos cerebrales asociados a la motivación, la confianza y el aprendizaje, aumentando la probabilidad de que el deportista mejore su rendimiento.

Cómo aplicar el efecto Pigmalión como entrenador

La clave para aprovechar el efecto Pigmalión de forma consciente es adoptar una mentalidad de crecimiento y transmitirla al equipo. Aquí van algunas estrategias:

  • Cree en el potencial de todos tus deportistas: Aunque cada jugador tenga diferentes habilidades iniciales, parte de la premisa de que todos pueden mejorar con esfuerzo y guía.

  • Refuerza los progresos, no solo los resultados: Valora el esfuerzo, la disciplina y las pequeñas mejoras diarias.

  • Comunicación positiva: Usa un lenguaje que inspire confianza y expectativas altas. Por ejemplo, sustituye "No eres bueno defendiendo" por "Todavía estás mejorando en defensa, sigue trabajando así".

  • Oportunidades para todos: Da minutos, roles o responsabilidades a todos los jugadores para que puedan demostrar lo que valen. Dar minutos no es regalar minutos. Nadie quiere jugar los minutos de la basura si no tiene un sentido y aportan al objetivo del equipo

El poder de la mirada del entrenador

Cada vez que un entrenador mira a su equipo, está transmitiendo algo. ¿Qué ven los jugadores en esa mirada? ¿Confianza, indiferencia o decepción? La mirada es uno de los canales más poderosos para comunicar expectativas. Un simple gesto como sostener la mirada al dar una instrucción puede marcar la diferencia entre que el deportista se sienta capaz o incapaz.

Esto es parte de la inteligencia emocional que todo entrenador debe potenciar para sacar más rendimiento a sus deportistas y equipos.

Conclusión

El efecto Pigmalión es una herramienta silenciosa, pero poderosa, que puede transformar el rendimiento deportivo y la autoestima de los jugadores. Ser consciente de cómo nuestras expectativas afectan a los demás es el primer paso para convertirnos en entrenadores que inspiran, motivan y sacan lo mejor de cada deportista. Porque, al final, los jugadores no solo se convierten en lo que son capaces de hacer, sino también en lo que alguien, alguna vez, creyó que podían llegar a ser.